miércoles, 8 de junio de 2011

LOS AUSTRIAS

CARLOS I 

Carlos de Austria nació el 17 de agosto de 1887 en el Castillo de Persenbeug, en la región del Austria Inferior. Sus padres eran el archiduque Otto y la Princesa María Josefina de Sajonia, hija del último rey de Sajonia. El emperador José I era el tío abuelo de Carlos.
Carlos recibió una educación expresamente católica y desde su niñez fue acompañado con la oración por un grupo de personas, porque una religiosa estigmatizada le había profetizado grandes sufrimientos y ataques contra él. De aquí surgió, tras la muerte de Carlos, la «Liga de oración del emperador Carlos por la paz de los pueblos», que en 1963 se convertirá en una comunidad de oración reconocida en la Iglesia.
Muy pronto creció en Carlos un gran amor por la Santa Eucaristía y por el Corazón de Jesús. Todas las decisiones importantes provenían de la oración.
El 21 de octubre de 1911 se casó con la princesa Zita de Borbón-Parma. Durante los diez años de vida matrimonial feliz y ejemplar la pareja recibió el don de ocho hijos. En el lecho de muerte, Carlos decía aún a Zita: «!Te quiero sin fin»!
El 28 de junio de 1914, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono, en un atentado, Carlos se convierte en el heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro.
Mientras se encarnizaba la primera Guerra Mundial, con la muerte del emperador Francisco José, el 21 de noviembre de 1916, Carlos se convierte en emperador de Austria. El 30 de diciembre es coronado Rey apostólico de Hungría.
Este deber Carlos lo concibe, también, como un camino para seguir a Cristo: en el amor por los pueblos a él confiados, en el cuidado por su bien y en la donación de su vida por ellos.
El deber más sagrado de un rey - el compromiso por la paz - Carlos lo puso al centro de sus preocupaciones a lo largo de la terrible guerra. Fue el único, entre los responsables políticos, que apoyó los esfuerzos por la paz de Benedicto XV.
Por lo que respecta a la política interior, incluso en tiempos extremadamente difíciles, abordó una amplia y ejemplar legislación social, inspirada en la enseñanza social cristiana.
Su comportamiento hizo posible al final del conflicto una transición a un nuevo orden sin guerra civil. A pesar de ello fue desterrado de su patria.
Por deseo del Papa, que temía el establecimiento del poder comunista en Centroeuropa, Carlos intentó restablecer su autoridad de gobierno en Hungría. Pero dos intentos fracasaron, porque él quería en cualquier caso evitar el estallido de una guerra civil.
Carlos fue enviado al exilio en la Isla de Madeira (Portugal). Como él consideraba su misión como un mandato de Dios, no pudo abdicar de su cargo.
Sumergido en la pobreza, vivió con su familia en una casa bastante húmeda. A causa de ello se enfermó de muerte y aceptó la enfermedad como un sacrificio por la paz y la unidad de sus pueblos.
Carlos soportó su sufrimiento sin lamento, perdonó a todos los que no le habían ayudado y murió el 1 de abril de 1922 con la mirada dirigida al Santísimo Sacramento. Como él mismo recordó todavía en el lecho de muerte, el lema de su vida fue: «Todo mi compromiso es siempre, en todas las cosas, conocer lo más claramente posible y seguir la voluntad de Dios, y esto en el modo más perfecto».


FELIPE II

Rey de España y Portugal (Valladolid, 1527 - El Escorial, 1598). Era hijo de Carlos I y de Isabel de Portugal. Durante el reinado de su padre había asumido en varias ocasiones las funciones de gobierno -bajo la tutela de un Consejo de Regencia-, por ausencia del emperador, absorbido por los conflictos de los Países Bajos (1539) y Alemania (1543). En 1554 Carlos I abdicó en él Nápoles y Milán, al tiempo que la boda con María Tudor le convertía en rey consorte de Inglaterra; las abdicaciones del emperador se completaron con la entrega a Felipe de los Países Bajos, Sicilia (1555), Castilla y Aragón (1556). Austria y el Imperio fueron entregados al tío de Felipe, Fernando, quedando separadas las ramas alemana y española de la Casa de Habsburgo.
Felipe II modernizó y reforzó la administración de la Monarquía Hispana, apartándola de las tradiciones medievales y de las aspiraciones de dominio universal que había representado la Monarquía Católica de su padre. Los órganos de justicia y de gobierno sufrieron notables reformas, al tiempo que la corte se hacía sedentaria (capitalidad de Madrid, 1560). Desarrolló una burocracia centralizada, sobre la cual ejercía una supervisión directa y personal de los asuntos.
Pero las cuestiones financieras le sobrepasaron, dado el peso de los gastos militares sobre la maltrecha Hacienda Real; en consecuencia, Felipe hubo de declarar a la Monarquía en bancarrota en tres ocasiones (1560, 1575 y 1596). Alrededor del rey se disputaban el poder dos «partidos»: el del duque de Alba y el que encabezaron primero el príncipe de Éboli y más tarde Antonio Pérez; las luchas entre ambas redes se exacerbaron a raíz del asesinato del secretario Escobedo (1578), culminando con la detención de Pérez y el confinamiento de Alba. Desde entonces hasta el final del reinado, dominó el poder el cardenal Granvela, coincidiendo con la época en que, gravemente enfermo el rey, se alejó de los asuntos de gobierno y delegó en Juntas de nueva creación.
En política exterior, el reinado de Felipe II se inició con la liberación de la Corona de las responsabilidades imperiales (1556), el abandono del proyecto de unión con Inglaterra por la muerte de María Tudor (1558) y las victorias militares de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558), que pacificaron temporalmente el recurrente conflicto con Francia (Paz de Cateâu Cambrésis, 1559).

FELIPE III


Nació en Madrid en 1578, fruto del matrimonio habido entre Felipe II y su cuarta esposa Ana de Austria. Hasta la muerte de su padre en 1598 estuvo al margen de los asuntos de gobierno y muy influido por Francisco Gómez de Sandoval, Marqués de Denia, que posteriormente se convertiría en el Duque de Lerma. A los 20 años de edad sucedió al trono, su reinada, que duró casi un cuarto de siglo, fue el más breve de todos los Austrias españoles, ya que Felipe III moriría en 1621 en Madrid, cuidad a la que había trasladado definitivamente su corte en 1606, tras el breve período (1600-1606) en el que había fijado su residencia en Valladolid.
La primera decisión política de Felipe III fue dejar el poder efectivo en manos del valido Francisco Gómez de Sandoval, Marqués de Denia y posteriormente Duque de Lerma. Este primer gesto marcó una de las características más sobresaliente de su reinado: la extraordinaria influencia de la nobleza en la política interior. Por lo que se refiere a la situación de la maltrecha hacienda pública, la política exterior pacifista, que caracterizó la mayor parte de su reinado, propició un ahorro financiero considerable, que se repercutió, sin embargo, en un alivio de la presión fiscal sobre la población. Por el contrario, el dinero se despilfarró en lujosas fiestas cortesanas y en pensiones para los magnates. El resultado fue un nuevo deterioro de la hacienda regia. Ante la impopularidad que suponía un aumento de la presión fiscal, se utilizaron otras soluciones alternativas como la venta de cargos públicos, la reducción del interés de la deuda pública y la acuñación de cantidades considerables de monedas de cobre. Pero cuando estas medidas resultaron insuficientes, se realizó una quiebra parcial de la hacienda pública (1607), que perjudicó fundamentalmente a los asentistas banqueros que se encargaban de los gastos estatales. Todo ello debe inscribirse en el contexto general de la crisis económica que efectuó a la mayor parte de Europa en el siglo XVII. Las circunstancias adversas se cebaron especialmente con las capas más desfavorecidas de la población. Así, la gran epidemia de 1597-1601 provocó medio millón de víctimas sólo en los reinos pertenecientes a la Corona Castellana. En estas circunstancias, la expulsión de los moriscos, decretada por Felipe III en 1609, trajo como consecuencia la ruina agrícola y artesanal de varias comarcas que dependían de su trabajo, especialmente en Valencia, Murcia, Andalucía y parte de Castilla y Extremadura. Además en los tres años finales del reinado de Felipe III 81618-1621), la intervención española en la guerra de los Treinta Años deterioró aún más la situación económica. Mientras tanto, la política hispánica se veía rodeada de intrigas y luchas por el poder en la Corte. En este contexto, el mismo año del inicio de la guerra (1618), Felipe III destituyó al Duque de Lerma y la sustituyó por su hijo, el Duque de Uceda, que llevo a cabo una política continuista hasta el final del reino.
Felipe III se casó en 1599 con su prima margarita de Austria, hija del Archiduque Carlos y de María de Baviera, y nieta del Emperador Fernando I, hermano de Carlos I. La Reina Margarita murió en 1611. Pero antes habían nacido de su matrimonia con Felipe III ocho hijos: Ana (esposa de Luis XIII de Francia), el futuro Felipe IV, María (casada con el Rey Fernando de Hungría), Carlos, Fernando y otros tres hijos (maría, Margarita y Alfonso), muertos en la infancia.

1 comentario:

  1. Mira, el primero de estos tíos ni siquiera es de la época que hemos estudiado, ni siquiera es español. Sólo había que mirar el cuadro para darse cuenta. Eso te pasa por copiar y pegar sin ni siquiera leer. Indignante.

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